Mucho se ha hablado, y especulado, acerca de lo que aquel fatídico 11 de septiembre de 2001 presenció horrorizada la ciudad de Nueva York. No es necesario que hagamos un relato de lo sucedido ya que es de sobra conocido, y toda la humanidad se sumó al tremendo dolor de los familiares de las 2966 víctimas mortales.

Desde aquel día la ciudad no ha descansado, imparable, en la búsqueda de un modo de llenar el inmenso vacío que aquellos aviones provocaron al invadir el World Trade  Center y destruir -convirtiendo a cenizas-  las torres gemelas, el considerado símbolo financiero de todo Estados Unidos.

La zona cero neoyorkina, objetivo prioritario

La zona cero pasó a ser el antiguo emplazamiento de las torres gemelas y los edificios anexos que sufrieron el cruel ataque. Sin embargo, todo hay que decirlo, el actual alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, no quiere que se siga empleando el término “Zona cero” por evocar constantemente a la desgracia y piensa en un resurgir de las cenizas de forma integral (si es que esto es posible, claro), de ahí que prefiera emplear la denominación de “Rebirth of Lower Manhattan” (renacimiento del bajo Manhattan).

El distrito financiero ha permanecido por todos estos años en un incierto devenir de especulaciones sobre lo que debería situarse en tan estratégico lugar.

Imagen: Wikimedia

El National September 11 memorial & museum

A mediados del 2006 diversas instituciones de la ciudad decidieron poner en marcha el proyecto de futuro edificio, o edificios, que conformarían el World Trade Center Memorial Foundation, en honor a las víctimas. El lugar escogido para su emplazamiento, como no podía ser de otra forma, sería el espacio dejado por las torres gemelas. El diseño del World Trade Center Memorial Foundation corrió a cargo de un despacho de arquitectos con sedes en Nueva York y San Francisco, Handel Architects, y más concretamente de uno de sus miembros, el arquitecto londinense Michael Arad.

El proyecto de Arad, de doble nacionalidad (americano-israelí),  resultó escogido entre más de 5000 diseños de más de sesenta países distintos.  Si bien barajó varias posibilidades, incluso levantar el World Trade Center Memorial Foundation sobre el río Hudson, se decantó al final por el proyecto que finalmente pudo ver la luz: dos piscinas con agua en constante movimiento,  situadas en cada uno de los emplazamientos de las torres gemelas, y junto a estas un muro que cierra el entorno en cuyas paredes Michael Arad decidió incluir los nombres de la víctimas del 11-S y de las otras seis que también perdieron la vida en otro atentado contra las torres gemelas, en 1993. Zonas verdes, además, para llenar de oxígeno un ambiente intoxicado (todavía) por el odio que puede respirarse en la ciudad pero que ha sabido recuperarse.

Un año después de comenzar con el proyecto, el World Trade Center Memorial Foundation pasó a denominarse National September 11 memorial & museum at the World Trade Center, aunque el propio autor lo denomine, para si mismo “reflejando la ausencia”.

Imagen: Wikimedia

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